lunes, abril 14, 2008

Sistema electoral, o desde dónde gobernamos España.

Realmente, resulta un poco patético escuchar los discuros sobre el sistema electoral por parte de algunos. No sólo porque con el mismo sistema electoral en otros momentos hayan podido tener más diputados -bastantes más diputados-, sino porque la primera pregunta que viene a la cabeza es: 'oiga, algo tendrá que ver lo que ha dicho y hecho en 4 ños, ¿no?. Porque si no, mejor dediquese a otra cosa'.

En todo caso, discutir del sistema electoral se confunde, por un lado, con discutir del sistema d'hont, el cual es un mero 'adjudicador' de escaños, nada que ver con la maldad y bondad del sistema. Y otro, que se acaba discutiendo de la mayor, la representación proporcional, con lo cual, en nuestro pais, sólo seria necesario hacer elecciones en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bibao, Zaragoza, Málaga, Alicante... y casi pare usted de contar. ¿Cuenca, dice usted?. Ah, si, esas cuatro casas que hay por ahí perdidas en un cacho de tierra.

En realidad, discutir de la ley electoral es discutir de dos cosas que, a la postre, siempre dan grima, y por eso me temo que los debates sobre el particular -no es la primera vez, no, que sale este tema a la palestra-, siempre quedan en agua de borrajas.

a) Discutir sobre la ley electoral es discutir sobre los partidos políticos. Y claro, con la Iglesia hemos topado.

b) Discutir sobre la ley electoral es discutir sobre la organización del territorio. Y claro, no ya con la iglesia, sino que hemos tocado con la bicha inmencionable.

Sobre lo primero, reconozco que no tengo las ideas claras. No me gustan ni la estructura ni el funcionamiento actual de los partidos políticos. No son mecanismos de participación para los ciudadanos, obviamente. Ofrecen poco más que el sentimiento de pertenecia junto con otros a algo (ideología, proyecto, llamémosle X). Y también un método, según lugar y circunstancias, para hacer algo de carrera política, aunque los últimos datos -¿os habéis fijado cuantos no-militantes- hay en el actual equipo y altos cargos?-, parece que ni ya para eso sirve.

Pero en nuestra cultura -escasa y limitada- y en nuestro sistema, el partido político es considerado la pieza clave. No la persona que ejerce la actividad política, sino el partido que la sustenta. El acto político es achacable al partido político, no a la persona. Y así vienen los problemas luego, claro. 'Yo soy socialista pero paso de votar a Zapatero', 'yo soy de derechas, pero Zapatero me parece más creible', ... No cabe en nuestro sistema la expresión 'mi diputado', no existe eso. A ti no te representa un diputado, sino un partido político que puso a tal o cual diputado en la lista. Por tanto, aunque quiera, el político elegido no puede responder ante los ciudadanos, sino que lo hace el partido en el que fue elegido.

Convertir un partido en un conjunto de personas con personalidad propia a los que les une algo es una tarea que cabria considerar titánica, y que no dejaría de tener sus riesgos. Piénsese, sino, en todos aquellos variopintos personajes que han aparecido a lo largo de estos años sin partido detrás: a cual más impresentable (Gil, Ruiz Mateos...).

Descartemos pues, modelos anglosajones de circunscripción, donde se presentan dos personas, y el que gana, gana, y todos los demás pierden. Por otro lado, el remiendo de las listas abiertas no hacen sino confundir, y según se ha demostrado en Italia, no provoca variaciones sustanciales. Siempre he creido que el tema de las listas abiertas no está pensado desde los ciudadanos - a los que, digamoslos claramente, este tema les importa un pimiento-, sino desde las típicas batallas internas o posicionamientos conscientes de cual es la persona más adecuada para hacer algo -o en otra perspectiva, que persona me cae para el culo y me niego a votar en ningun caso-.

Lo segundo, la organización del territorio, da algo más de si al objetivo de alumbrar otro sistema electoral. Por supuesto, no se trata de hacer un sistema electoral más justo -en nuestras sociedades especializadas, tecnificadas, de libertades individuales, esa expresión es bastante tonta-, máxime si el único parámetro de evalución es -como parecen pretender algunos- que Izquierda Unida o Union Progreso y Democracia saquen más diputados. Cabria pues, hablar del sistema electoral más acertado, en función del pais que tenemos y en la perspectiva de conseguir que los ciudadanos se sientan más y mejor representados. Y eso significa hablar de las autonomias, o del estado federal, o en definitiva, hablar de que narices es esto de España.

Yo soy de los que empieza a estar harto del tema 'España'. Porque unos -tanto de derechas o de izquierdas- manejan un abstracto que reducen a cifras que unifican compensatoriamente y se quedan tan anchos. 'Dos catalanes pagan 100, 10 andaluces pagan 1, los españoles pagan de media 17,5, verdad irrefutable, ya que ((100x2)+(10x1))/12=17,5'. Con un par. Y otros -también a derecha e izquierda-, porque en su defensa del yo soy yo recuerdan a un granito de arena en una inmensa playa diciendo: 'ojito, que yo soy la hostia y me puedo meter en tu ojo'. Ambas dos visiones del pais son, sobre todo, aburridas por la mezquindad que transmiten y, sobre todo, porque ambas olvidan lo importante, que no es la economia, imbecil, no es la economía, sino la gente normal y corriente que vive donde puede/quiere/le-ha-tocado, y que, en la mayor expresión de coherencia y sentido común, lo que quiere es que sobretodo, no le compliquen la vida.

Mi teoría, ya expresada, es que, si España está rota como mantienen algunos, se rompió en el 78 con la constitución que aprobamos. Y en esa constitución, creamos las comunidades autónomas para articular la división territorial del Estado. La peculiaridad es que no eran comunidades autónomas definidas a boleo -bueno, algunas parece que si, La Rioja estuvo a punto de ser Pais Vasco, y León constituirse como una más separada, y lo de Albacete no estuvo muy claro, y...-, sino que respondían al equilibrio necesario, no solo coyuntural por la dictadura, sino con perspectiva de futuro, de reconocer tanto las llamadas históricas como todas las demás en un conjunto equilibrado. Sea lo que sea lo que pensemos de Catalunya, Pais Vasco y Galicia, es irrelevante a efectos prácticos si son naciones, nacionalidades o clubs de amiguetes: son, una vez arrinconada la teoria del 151 y el 145, comunidades autónomas en el mismo nivel y categoría que el resto. ¿que además tienen historia, tradiciones, cultura, idioma propios?. Ah, pues encantado. Por mucho que metamos eso en el saco y construyamos perfiles educativos, particularidades jurídicas y lo que queramos... no cambiará el hecho de que se definen políticamente en el territorio por ser comunidades autónomas. La única singularidad que existe hoy entre Comunidades Autónomas es entre el Pais Vacos y Navarra y el resto. Y eso va a cambiar pronto.

Asi pues, es desde la organización territorial del pais desde donde debemos evaluar y reflexionar, convirtiéndolo en el eje organizativo de país, también en lo que hace referencia al sistema electoral.


Una cosa que sorprende es lo de las provincias. Son un elemento administrativo, y en ningún caso político. ¿como es que las comunidades autonómas siguen teniendo las provincias?. Teniendo como tienen los gobiernos autonómicos capacidad para modificar eso -y no olvidemos que los partidos son los mismos en un sitio y en otro-, ¿porque no lo han hecho?. Cada uno tiene su viga en su propio ojo, aunque siempre resulta más liberador hablar de la paja del ajeno.

Lo que es absolutamente insustancial es que la representación en el Congreso de Diputados de España siga siendo por provincias. Las simulaciones previas que he realizado -y me queda hacerlo en todas las elecciones habidas- indican que si la circunscripción electoral fuera la comunidad autónoma, el resultado, sin variar excesivamente, si sería más representativo de los ciudadanos que tenemos: unos ciudadanos que viven en ámbitos que se llaman comunidades autónomas y que hoy, no lo olvidemos, gestionan la parte del león del dinero público que se ha de dedicar a atender sus necesidades. Y aqui vendria la discusión: el caso más claro, por poner un ejemplo, el BNG. En las últimas elecciones, el 12,07% de votos de Galicia. En el conjunto de España, el 0,82%. En el fondo, discutir del sistema electoral es discutir si el BNG tiene que tener diputados o no. Lo de Izquierda Unida, en realidad, es tan relevante como su capacidad de influir en la política de este país.

Pero mucho me temo que la ponencia que se creará se limitará al jugueteo de números, tipo: ¿como hacemos para que no cambie mucho y de apariencia de que es un poco más representativo?. Por ahí va la propuesta de incrementar los diputados a 400, pero esos 50 de más, repartirlos con la circunscripción única de todo el territorio con la suma de restos. Argumentalmente, tiene la misma consistencia que decidir repartir esos 50 escaños entre los que han sacado poquito, pero algo. Así, sin importar lo que diga o haga el partido político, pasándonos la estructura del estado de la cual nos hemos dotado por el arco del triunfo, y olvidando lo que la gente realmente quiere expresar, conseguiríamos que Izquierda Unida hubiese tenido 10 o 15 diputados.

En el fondo, tiene sentido. Habiendo conseguido convertir la política en un conjunto de spots publicitarios, la 'dirigencia' de nuestro pais decidirá, sin duda, que el sistema electoral es tan sólo un problema de matemáticas.

¿Las comunidades autónomas?. ¿Lo cualo?.