jueves, marzo 29, 2007

Un recuerdo plástico




A ver, Concha, explicamelo de nuevo, que ya sabes que a veces yo soy muy unos y ceros.
Bueno, eso no es tan malo, eso es un 10, ¿no?.

A veces tenía esas salidas. La botella, siempre medio llena. En su compañia me adentré en el mundo de los Tesauros, ese mundo apasionante de la normalización imposible, algunas veces redundante, otras algo infantil, siempre en lucha contra la ambigüedad.

No hagas apriorismos, no hagas lógica. El lenguaje normal, ¿entiendes?, el conjunto de palabras que pueden llegar a utilizar todas las personas normales, es más rico y variado de lo que nos podemos imaginar, de lo que podemos pretender que sabemos. Se trata de ayudarle a encontrar.

Con ella encontré nuevos significados a eso tantas veces dicho de la gama de grises que conviven con nuestros unos y ceros particulares, nuevas maneras de mirar los matices que pululan por nuestras vidas.

Pero tiooooo..., que tonnnnto que eres a veces, corazón!

Vitalidad. Ese rojo intenso con el que impregnaba lo que hacía, lo que decía. Esa vitalidad con la que alargaba la ene cuando te decía tonto, o la pasión con la que exclamaba:

Mira, de verdad queeee....!

Nunca antes había pintando un cuadro. Demasiado analógico para mi. Lo he llorado y disfrutado a la vez. El esfuerzo de enfrentarse a pinceles, caballete, acrílicos, lienzo, mezclas y demás parafernalia plástica ha sido la mejor forma de recordarla. Cada uno llora a sus muertos como puede. Cuando mire el cuadro, pensaré. Recordaré.

Como si así no se hubiera muerto del todo.

Adios, Concha. Hasta luego.